Las batallas fiscales… y las víctimas de siempre

Aunque parece difícil creerlo, nos acercamos ya a 12 meses sin que el Estado de Illinois tenga un presupuesto estatal. El Estado apenas funciona fiscalmente. Tal vez nos damos cuenta de una forma más directa en Chicago por el deplorable estado financiero en que se encuentran las Escuelas Públicas. Pero la crisis es generalizada, y afecta a todo el territorio de Illinois.

Más que la paralización de las finanzas públicas, alarma la falta de iniciativa e idea de la inmensa mayoría de nuestros legisladores; e indigna la actitud de los líderes – el gobernador Rauner y los líderes de la mayoría Demócrata y la minoría republicana en ambas cámaras de la Asamblea General en Springfield – para dejar de lado sus bravatas políticas y solucionar el problema.

Como en un interminable diálogo de sordos, Rauner y los republicanos proponen algo y los demócratas inmediatamente lo rechazan y proponen lo exactamente opuesto. Es ridículo y absurdo, pero es algo más: altamente irresponsable por cuanto pone en peligro servicios fundamentales de los que dependen miles de residentes de Illinois.

Pongo un ejemplo muy concreto: una de las últimas propuestas de Rauner es la de desmantelar el Community Care Program,  un programa administrador por el Departamento de Illinois para los Ancianos, que proporciona servicios críticos a miles de personas de la tercera edad.

Gracias a esos servicios, ancianos que no tienen otras redes de apoyo pueden permanecer en sus propias casas y recibir servicios fundamentales que van desde que les lleven alimentos preparados a su hogar, a que les ayuden con la limpieza, los lleven a citas médicas o a comprar alimentos al supermercado, o les proporcionen importantes apoyos en materia de monitoreo de la salud.

Además de los ancianos, muchos discapacitados dependen de estos servicios para poder estar en sus hogares con dignidad e independencia, y evitar el internamiento en residencias que, a la larga, terminan costándole mucho más caras al contribuyente (fiscalmente hablando, usted paga el triple en materia de impuestos por el cuidado institucional que se da a ancianos y discapacitados, en comparación con lo pagaría si esas personas pueden seguir recibiendo ayuda en sus propios hogares).

No es la primera vez que Rauner lo intenta: el gobernador está convencido de que ancianos y discapacitados se pueden valer por sí solos.

Al menos un legislador estatal, el representante Greg Harris, de Chicago, ha entendido la urgencia de proteger estos programas y ha introducido un proyecto de ley, HB4351 HA#1, que permitiría mantener vigente al Community Care Program.

En juego está la salud y la viabilidad de vida independiente para más de 43 mil ancianos y discapacitados. Y el mayor obstáculo no es el costo fiscal del programa – es la peligrosa obcecación de quien ha decidido hacer de poblaciones vulnerables, rehenes y peones políticos en este juego absurdo del presupuesto estatal.

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Chicago

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