Cantidad de exámenes estandarizados abruma a estudiantes y maestros

El gran número de exámenes estandarizados usados en las Escuelas Públicas de Chicago cada año no solo quita el tiempo si no el sueño tanto a estudiantes como a maestros.

Todos los estudiantes desde el segundo hasta el octavo grado de primaria son obligados a tomar estos exámenes que miden el supuesto rendimiento en la lectura y las matemáticas principalmente. Pero hay muchos otros exámenes que se usan para medir el rendimiento en ciencias y estudios sociales y hasta para admitir a estudiantes a programas especiales como también para medir la habilidad de los alumnos en el uso del inglés, especialmente los estudiantes hispanos.

Semanas antes de un examen estandarizado las lecciones regulares de materias como estudios sociales y lectura son canceladas para poder prepararse para tomar un examen de estos.

Los exámenes estandarizados son tan vanagloriados que cuando van a ser administrados un guardia de seguridad los entrega en sobres sellados a cada maestro.

Las Escuelas Públicas de Chicago tienen 10 exámenes estandarizados que los maestros se ven obligados a administrar a sus alumnos cada año.

Esta cifra se redujo de los 25 exámenes que se administraban antes dl 2013 cuando la exdirigente de las Escuelas Públicas, Bárbara Byrd-Bennet, bajo presión de los padres, eliminó 15 de estos exámenes.

El uso excesivo de los exámenes estandarizados, que son calificados por computadoras, es una gran industria. El Pew Center estima que la industria ha crecido un 160% y es ahora una de $1,100 millones de dólares al año.

Otra organización, Center For American Progress, reveló que en 14 distritos de siete estados del país se administran 20 exámenes estandarizados anualmente y que solo los estudiantes de octavo grado tuvieron que tomar 10 de estos exámenes.

Si se calcula que para prepararse y tomar cada examen se pierden de una a dos semanas de instrucción, nos damos cuenta de la gran demanda y posible daño que hacen estos exámenes a la educación pública.

Críticos de esta práctica alegan que estos exámenes quitan el control a los maestros de evaluar a los alumnos y que castigan a las minorías que no son instruidas a la par con sus colegas blancos.

Si todas las condiciones de los alumnos del país fueran iguales en ingresos, calidad de escuelas y de maestros entonces estos exámenes serían algo válido. Pero lo que realmente demuestran es la desigualdad en la educación entre las comunidades pobres y las ricas.

Como resultado, maestros, padres de familia y líderes comunitarios en todo el país han empezado a cuestionar el uso excesivo de estas pruebas. Bajo presión unas escuelas públicas han empezado a aceptar excepciones a tomar algunos de estos exámenes si los padres envían una carta firmada a la administración.

Por contraste, en escuelas exclusivas como la University of Chicago Laboratory School, en donde los ricos envían a sus hijos, los exámenes estandarizados son casi inexistentes.

En Illinois actualmente se debate una ley que permitiría a los padres decidir si sus hijos toman o no el examen PARCC. Todos los legisladores hispanos deben aprobar esta medida.

Es hora ya de reconsiderar y reevaluar estos exámenes cuya validez está en duda cada día más y más.

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